viernes, 29 de abril de 2011

El rito de la abundancia

El Parque Colón es una especie de central de transporte. Las dos avenidas que lo colindan son prácticamente el último enlace entre la zona 1 y los proyectos habitacionales del norte de la ciudad y sus municipios vecinos. Cuando el destino funciona a la inversa, muchos hacen escala en este punto del Centro para abordar otros buses a sus lugares de estudio o trabajo.

Pero al caminar por los alrededores del Colón, lo primero que salta a la vista no son los buses, a pesar de que el movimiento del trasporte urbano es constante hasta el ocaso. Lo que realmente sobresale son los multicolores diseños de las piñatas. Desde los años 80 (lea Historia), el sector de la 9a. calle y la 12 avenida del parque (uno de los dos que como tales tiene el Centro Histórico), es un punto de conveniencia para quienes incluyen una piñata en las celebraciones infantiles. Cada golpe a la estructura –hoy de alambre y papel, antes de barro– va cargado con la fuerza de la cosmovisión prehispánica fusionada con dejos del antiguo oriente.

Las primeras piñatas estaban realizadas con terracota, el barro daba forma a animales, especialmente vacas y bueyes, los cuales eran rellenados con diversas semillas para atraer la buena fortuna. Existen dos versiones acerca del origen de la piñata, una mitológica relacionada al dios maya de la lluvia Chaac, y la otra que –más conocida y aceptada– de raíces en China.

Marco Polo, durante su viaje a Oriente en el siglo XII, quedó maravillado por el colorido de las piñatas y su relación con la abundancia. Optó por llevar algunas a Europa. Sería con la conquista española y la posterior campaña de evangelización que fue asimilada por los pueblos prehispánicos. Se presume que llegó a México por medio de los colonizadores españoles y que fue idea de los misioneros relacionarla con un ícono del mal que debía ser extinguido (sí, a palazos). Se especula incluso que algunas tenían el aspecto de los dioses ancestrales prehispánicos. Lo que inicialmente eran figuras de diablos, posteriormente se transformarían en estrellas de siete picos, “que simbolizaban los siete pecados capitales”, refiere Juan Carlos García, de Chapiñatas, una de las empresas que opera en el sector del Colón. Romper la piñata simbolizaba la destrucción del mal y uno recibía el premio de Dios, que eran los dulces”, refiere García.

De acuerdo con Luis Aguilar, director de Espacio Bakabs, la piñata tiene su origen en Mesoamérica, lo que explica su presencia en México y Guatemala. El mito nace de la cosmovisión maya cuando Chaac, dios de la lluvia, vivía en una casa con cuatro habitaciones (una en cada punto cardinal), en las cuales un ‘pequeño Chaac’ ayudaba a generar la lluvia al romper con un bastón de madera un jarrón de barro previamente llenado en la pila de la casa. “Este mito alude a la abundancia, no sólo a la lluvia”, refiere Aguilar, quien recuerda que hace muchos años la piñata era una tinaja de barro. “Al romperla en tu cumpleaños, lo que hacen los asistentes es desearte abundancia en la vida. El agua fue cambiada por frutas y ahora reemplazadas por dulces, mientras el barro cocido cedió ante una estructura de metal forrada de papel. Sin embargo, con el paso del tiempo el significado se ha ido perdiendo y eso es lo que queremos recuperar”, señala Aguilar, al frente de un centro cultural que busca la promoción de artistas emergentes y artesanos, así como el rescate de las tradiciones. El acercamiento entre él y el comerciante de piñatas Carlos Patzán culminó en fin de semana dedicado a este arte efímero y en un desfile de piñatas gigantes por las calles del Centro Histórico (lea Festival de la alegría)

Evolución

La piñata guatemalteca reemplazó a la tinaja de barro forrada de papel por materiales más maleables. “Eso fue como en 1965 cuando mi madre, María Teresa Baldizón, trabajada en laBambi, local de Juan Carlos Humberto Arévalo que estaba sobre la 12 avenida. Ahí empezó a fabricar piñatas con papel”, dice Mirna Berducido, quien continúa en el negocio y al igual que su progenitora se inició a los 14 años en la industria. Mirna tiene 39 años y su madre 76. Ambas participarán en el desfile de piñatas gigantes con el diseño de una iguana de 2.5 metros.

El proceso creativo no se ha estancado. “Ahora se agregan otros materiales como pintura, algodón, celofán; los cuales se pueden combinar con otro tipo de elementos muy usados en las manualidades”, acota Carlos Patzán, quien tiene su taller en el interior del mercado Colón y cuenta con 19 años de experiencia en la elaboración de piñatas, indica que, como en todo arte, la elaboración de estos productos requiere de técnica. “De hecho, son cuatro, las cuales dependen del material. Las más reciente es la producción de piñatas hechas con hilo. Son las que exportamos y se trabajan con cáñamo –para reemplazar el alambre–, papel blanco y de china. Su versatilidad se encuentra en que pueden ser dobladas para su fácil embalaje y envío”.

No todo se circunscribe a la efímera creación que acaba apaleada por los niños. La habilidad de Patzán ahora se vuelca en la elaboración de lámparas. La propuesta traslada su experiencia a estructuras ornamentales permanentes que emplean alambre de calibres más gruesos y papel traslúcido, como el calco o el celofán. La primera obra concreta del comerciante en esta línea se podrá observar en el I Festival de la Alegría: cuatro jaguares de gran tamaño, a partir de los cuales se creará una línea con diseños infantiles y motivos guatemaltecos. Otra muestra de ingenio se verá en la piñata de un cocodrilo de casi 10 metros de largo que contará con movimiento en su cabeza y cola.

El desfile es un gran salto en comparación a las primeras piñatas que tanto María Teresa Baldizón como Mirna Berducido fabricaron. Pero ninguna de ellas está ajena a la innovación. Tampoco sus colegas del gremio piñatero.

Feria de la alegría

Se realizará el sábado 9 y domingo 10 de abril, de 10 a.m. a 8 p.m., en Espacio Bakabs (5a. avenida 10-53 zona 1). El festival pretende ser anual e incluir un desfile de piñatas gigantes. Este año la temática es la fauna guatemalteca. El desfile partirá el domingo 10, a las 3 p.m., del Parque Colón hacia la Plaza Mayor, luego tomará el Paseo de la Sexta hasta llegar al Parque Enríquez Gómez Carrillo para enfilar por la 5a. avenida y finalizar en Bakabs (2232-4671, www.bakabs.com).

Historia

¿Cómo el Parque Cólón se convirtió en punto de referencia para la industria piñatera? “Después del terremoto de 1976, muchos de los comerciantes que perdieron su local en el Mercado Central rodearon el Parque Colón. Unos fueron reinstalados y otros lograron un espacio en el Mercado Colón, entre ellos había algunos fabricantes de piñatas”, indica Mirna Berducido, comerciante del sector e hija de María Teresa Baldizón, quien desde finales de los años 30 fabrica piñatas y en 1965 revolucionó la técnica al utilizar alambre y papel en lugar de barro. Berducido agrega que el terremoto fragmentó los comerciales, pues varios asistentes y trabajadores experimentados se independizaron, fenómeno que se repite particularmente desde los años 80.

La piñata de cada día

El beneficio social y el sistema económico que se obtienen de la industria piñatera es fuerte. Sólo en el área aledaña al Parque Colón (desde el mercado del mismo nombre, en la 14 avenida a la 10a. avenida, entre 6a. y 9a. calles de la zona 1) se estima que se venden 3 mil piñatas semanales. En promedio, por Q100 se obtiene un combo estándar (piñata, palo, 250 dulces y una docena de sorpresas). El tamaño del diseño determina el precio y la cantidad de complementos.

Se estima que un centenar de familias, que corresponden prácticamente a igual número de negocios, dependen económicamente de la elaboración de este producto. Y cuando se dice familia, se habla de la participación de todos sus miembros: unos se encargan de armar, otros de forrar y otros de vestir (colocar el diseño final de papel de china), mientras otros se dedican a su comercialización. Con una media por núcleo de seis miembros, hay alrededor de 600 personas que directamente dependen de esta industria repartida en dos gremios: los fabricantes y los distribuidores. Pocos son quienes se dedican a ambas ramas y, en el caso de los fabricantes, es visible las especializaciones, pues hay familias conocidas por dedicarse exclusivamente a determinado personaje y a la cual el resto de negocios les solicita unidades.

Imagen: Raúl Illescas.

Tío Gama y lo jinetes del mar

Falta media hora para que el sol se corone en el cielo retalteco. He recorrido 190 kilómetros desde la capital y estoy en Retalhuleu, la capital del mundo. Treinta y seis kilómetros es lo que me separa de la playa de Champerico, mi destino. Recorrer ese tramo se convierte en un lento paseo lunar debido al estado de la carretera. Los baches terminan por agregar 45 minutos al viaje.

Además de hoyos, la carretera hacia la playa ofrece vistas de las aldeas y sus habitantes. Montados sobre sus bicicletas, algunos chicos me hacen señas. Quieren un momento de mi atención para ofrecer el servicio de alquiler de ranchos a orillas del mar. Turismo. Es la manera en la cual se ganan la vida. En otra época quizá hubieran embalado madera. Champerico se fundó en 1822, casi medio siglo después fue declarado puerto nacional, pero no se constituyó como tal hasta en 1882. Su nombre se origina de Champer & Co., empresa alemana exportadora de maderas finas que operó en la región a partir de 1700.

Aunque de transitar lento, en la carretera es imposible perderse. Cuando asoma la playa el mar brilla como si sobre su superficie flotaran diamantes. Parece un viejo amigo desesperado por saludar y contar que el nivel del agua salada, con relación al del muelle ha retrocedido casi 100 metros. Al contemplar al atracadero, uno no deja de preguntarse de dónde esa estructura saca fuerzas para seguir en pie.Cerca del muelle está Melvin Anderson. Es un vendedor que con extraordinario carisma ofrece cocos. Melvin es un hombre moreno de ojos grises y con sentido del humor. Algunas anécdotas de su vida vienen incluidas con la bebida que le compro y así me entero de que estuvo algunos años en Estados Unidos, de que su padre fue un haitiano travieso y su madre una canche hermosa.

–¿Usted conoce a Tío Gama?, le pregunto cuando creo que he ganado su confianza.

– ¿A Gamaliel, dice usted? Sí. Aquí todos lo conocen. Ha estado en no sé qué lugares, también se ha tirado para alcalde. Con él se mantienen los patojos, seguro lo encuentra en su casa.

***

Al atravesar la avenida principal de Champerico encuentro diversos comercios, el mercado, agencias bancarias, hoteles, servicio de transporte en bicicleta (tricicleros, como localmente se les llama) y gente que va y viene.

Llegar a la casa de Tío Gama no es complicado. Sobre la avenida se divisan dos enormes tanques de agua. Se dobla a la izquierda hasta que se divisa un casa amarilla. A la par sobresale un callejón. ¡ Y listo! En la entrada, como un guardián que cuida el templo de algún dios, hay un grafiti de un león con una corona. No hay necesidad de pedir permiso para entrar, claro, a menos que la puerta esté cerrada.

En el interior, iluminados por la luz de sol de las tres de la tarde, saltan a la vista más grafitis. Han sido realizados por los jóvenes surfistas que, además de frecuentar las olas, son visitantes asiduos de la casa. Varios de ellos se encuentran reunidos en un pequeño rancho de palma ubicado muy cerca de la cocina, donde está Tío Gama leyendo un periódico. Lo acompañan dos surfistas más. Al parecer, siempre hay más de alguien, ya sea descansando, elaborando algún tipo de artesanía o conviviendo con el resto.

Tío Gama, Gamaliel Escribá Pimentel, nació el 11 de julio de 1949 en la aldea Los Cerritos, en Chiquimulilla, Santa Rosa. El amor por Champerico nació en su corazón sin siquiera conocerlo. “Escuché su nombre de la voz de un enamorado de una tía, allá por 1956. Un día mi madre llegó a pedir mi traslado a la escuela porque nos veníamos a vivir acá”, recuerda el sexagenario cuando el 22 de junio de 1963, en un camión, arribó al puerto a las dos de la madrugada. “Fue tan grande mi alegría que cuando partimos de la aldea salí riéndome, diciendo adiós mientras la gente lloraba”.

Desde esa fecha, Tío Gama lleva en el corazón el mar. El vínculo no se rompió aunque en varias ocasiones viajó al extranjero. Ha sido, como él dice con su tenue y relajada voz, un marinero, un pescador internacional que ha surcado el océano Pacífico, el Atlántico, el mar del Caribe... también se ha embarcado por Alaska, Groenlandia, Canadá y Rusia. “Gracias a Dios conozco parte del mundo”, dice peinándose con las manos su cabellera completamente blanca. De sus viajes guarda un sinfín de anécdotas. Una de ellas fue, cuando parado en la proa del barco en algún lugar del Ártico, vio sobre un témpano de hielo a un oso polar que rodando se dejó caer desde lo alto para pescar su alimento. Aunque atestiguó otras cosas espectaculares en alta mar, Tío Gama siempre deseó una cosa: regresar a Champerico.

Gamaliel quiere a su pueblo, pero el amor no lo ciega; lo hace pronunciarse, actuar. Así, compara su Champerico y ese otro mundo que durante su juventud conoció y recuerda con nostalgia. Escribá Pimentel recalca que el estancamiento en el que se encuentra su tierra se debe a la falta de cultura y el poco interés de las autoridades para lograr su desarrollo. “Hace mucho tiempo un alcalde nos enseñó que existe el asfalto y los tanques públicos”, recuerda Tío Gama dirigiéndose a la concurrencia. Algunos de los jóvenes deportistas, en silencio, empiezan a prestar atención a sus palabras. “Otro nos enseñó la luz. Antes, en el pueblo había 49 cantinas pero sólo cuatro focos”.

“El pueblo es la familia de uno. Hay que deberse al pueblo y ser del pueblo”, enfatiza. Ese espíritu de servicio lo ha llevado a postularse a alcalde un par de veces. La primera, en 1983 durante las elecciones que ganó Vinicio Cerezo. La otra, en 1994. En ninguna logró obtener la vara edil. “Yo participé porque mi pueblo necesitaba a alguien que le sirviera, no a alguien que le sacara el dinero”.

Amigo del mundo

“Al visitante hay que tratarlo como persona, al ciudadano, como gente y a la multitud, como amigo”, reza una de las máximas de Tío Gama.

Para este marinero la amistad es demasiado importante y a lo largo de la vida ha cosechado muchos amigos, tanto en Champerico como en el resto de lugares en los cuales se ha encontrado.“¿Para qué vivir en el mundo sin amigos? Vivir en el mundo sólo por vivir… no”.

Por ello, a la casa de Gamaliel todos son bienvenidos. Por su puerta, además de paisanos, han pasado personas de España, Francia y Estados Unidos. “Mi casa ha sido un asilo. Acá ha vivido mucha gente. Cualquier persona que quiera venir es bienvenida”. De hecho, su morada funciona como una especie de refugio, un imán para los practicantes del surf. Y aunque no surfea, Tío Gama, es un guía, una especie de gurú que gusta trasmitir su filosofía de vida.

Su relación de amistad con los muchachos se inicia incluso antes de que muchos nazcan. “Conozco a los abuelos, a los papas, a los tíos... a todos sus parientes”, confiesa. La mayoría de ellos llegan desde temprano a su casa, el punto de reunión para ir a la playa y practicar el arte de dominar las olas. La humilde vivienda de Gamaliel también los espera una vez terminar su rutina en el mar, pues a su casa llegan para relajarse, otros, pasan el tiempo ahí haciendo pulseras artesanales y hay quienes gustan de practicar break dance en el patio del rancho.

Tío Gama es una persona muy vivida”, dice César Véliz, quien se dedica a la reparación de tablas. Él es uno de los tantos que llegan diariamente, a sabiendas de que ahí estará el resto de sus compañeros. Véliz, un chico de baja estatura con el pelo largo protegido por una gorra, argumenta que todos le guardan respeto a Escribá Pimentel, algo que trasciende los límites del refugio que brinda su hogar, pues cuando lo encuentran en la calle se detienen a platicar con él. “Nosotros le pusimos el apodo”, dice César.

“A muchachos como este –señala a otro surfista –, los vi nacer y crecer”, presume Gamaliel. “Tengo una relación muy bonita con ellos. Me siento feliz de que vengan”, comenta, al tiempo que una perrita entra y comienza a juguetear. “Hello baby”, le saluda. “También es mi amiga”, dice.

***

Algunos de los surfistas deciden ir al mar. Es hora de regresar a montar las olas, como buenos jinetes que son. Cuando ya casi todos ellos se han ido llega Gustavo Vicente, originario de Retalhuleu, quien saluda al tío con armonía. Antes –indica el surfista– algunos de ellos no se hablaban, había dos grupos y estaban separados. Era así hasta que comenzaron a frecuentar la casa de Gamaliel y finalmente se hicieron amigos. Las diferencias se disolvieron. “Ahora somos más por él. Tío Gama aconseja a todos los surfers. Tiene mucha experiencia en la vida porque ha viajado. Sabe cómo manejar las cosas en cada situación”, reitera Vicente.

Los rayos del sol del atardecer se cuelan por las hojas de los árboles sembrados en el patio. Una fuerte luz anaranjada corta por la mitad uno de los brazos del viejo marinero. Afuera, todos los jóvenes llevan sus tablas, listos para entrenarse y a la espera de un buen oleaje.

–¿Escucha eso?, pregunta Tío Gama. “Podría decirse que es el canto de las sirenas, pero ellas no existen. Mar adentro, uno creería que es eso. Pero no. Es el aire que susurra. Aquí, en Champerico, tenemos a Dios cruzando la playa”.

–¿Dios es el mar, Tío Gama?

–El mar, el sol, el cielo. Dios es todo.

jueves, 3 de junio de 2010

Un tal Rafael, de apellido Romero

Bueno, sí. Por varios medios de información nos hemos enterado lo que hace Rafael Romero, especialmente con Te Prometo Anarquía; ya se sabe: una amalgama de entrevistas y artículos giran alrededor de ese interesante proyecto, con un interés por darlo a conocer para que la humanidad y el ciber-universo se enteren de las propuestas artísticas de jóvenes guatemaltecos, sin discriminar a nadie. A nadie.

Pero, ¿quién es Rafael Romero?; lo seguro es que se sabe poco o nada. Lo seguro es que vive en España, es Licenciado en Letras, y que administra un sitio web para impulsar a artistas nacionales. Lo que no se sabe es lo que piensa y siente de estar lejos
, sus aficiones. Lo que nada se sabe es de sus proyectos... Así se podría sacar una larga lista para tratar de conocer un poco más sobre él, pero para qué dar más vueltas, con la que a continuación se presenta, sirva para indagar y saber un poco sobre Rafael Romero.

[GUATEMALA]
Según las fotos y campañas publicitarias del INGUAT, uno de los países más bellos del mundo. Lo dicen sus paisajes, sus contrastes, su pluriculturalidad y su multietnicismo. Según la realidad, uno de los países más bellos del mundo… desgraciadamente castigado, azotado e infectado por la pobreza, la violencia, la falta de educación, la corrupción, la demagogia, la intolerancia, la estrechez de miras, el conformismo, la injusticia social, el narcotráfico y la ineficacia de sus gobernantes. Según mi imaginario personal, un caserón inmenso e inabarcable que todavía no conozco, que incluso a veces no comprendo. Una mina mal explotada. Un laberinto de legados innegables. Una especie de barco verde y extenso que, aunque lentamente, ahí va, avanzando.

[ESPAÑA] Si le preguntas a un español que ahora mismo vive en Guatemala que qué le parece nuestro país, seguramente te dirá que es «como España hace treinta años». Y si lo dice así, quizás tenga razón. Sin duda, hay una diferencia considerable en cuanto a desarrollo e infraestructuras. Los organismos funcionan mejor, hay más servicios. Sin embargo, cuando vives aquí y te haces parte de esta cultura y de esta sociedad, te vas dando cuenta de que las raíces no son tan distintas, que hay más similitudes de las que te imaginabas, que hay muchos puntos de encuentro entre nuestro país y éste. Además, aunque en menor escala, hay problemas que son comunes, como en Guatemala o en otros países: desempleo, pobreza, violencia de género, corrupción, etc. Dicho esto, hay instantes muy precisos (sólo instantes) en los que creo no haber salido de Guatemala.

[MULA QUE ES UNO] Mi lado B, no tanto como alguien que escribe sino como persona, como individuo que necesita expresarse. Un ejercicio del lenguaje coloquial, una rústica apoteosis a nuestra idiosincrasia como guatemaltecos. Rex es una especie de alter ego que a veces se le va la lengua diciendo las cosas bajo el pretexto de que todo son «muladas», de que todo es «chingadera». Surgió por necesidad, para mitigar el vacío que produce vivir lejos de tu tierra, suspender temporalmente tus registros lingüísticos y desligarte de tus costumbres; para mantener vivo ese nexo con lo que se es y se ha sido. Quizás sea visto como un blog más, como un espacio carente de seriedad en donde priman la chabacanería y la vulgaridad, pero a lo largo de estos cuatro años quienes han estado pendientes de él desde el principio saben que es más que eso.

[LUIS DE LIÓN] A los dieciséis años leí El tiempo principia en Xibalbá e indiscutiblemente me marcó como más adelante lo haría la poesía de Vallejo y la de Cardoza y Aragón, incluso más que el realismo mágico de Asturias, al que no llegué a sentir tan cercano. Digo cercano, porque a Luis de Lión lo conocí no sólo a través de sus libros sino por la boca de mi padre. Estudiaron juntos en el internado del INVAL, en Antigua, y posteriormente siguieron compartiendo amistad hasta que de Lión decidió dejar su San Juan del Obispo natal, dedicarse al activismo sindical (PGT) y formar parte de la cúpula ideológica de los primeros grupos de la guerrilla guatemalteca en los 60. Las anécdotas de mi padre me incitaron a convertirme en una especie de devoto de de Lión y de su obra. En un par de ocasiones visité su casa (ahora museo) y tuve la oportunidad de enriquecer esa devoción gracias a su mujer, María Tula: fotos, primeras ediciones, recuerdos, más anécdotas. Me sobrarían palabras para definir a Luis de Lión aún sin llegar a conocerlo en persona. Sus textos son realidad y vida, y hablan por sí mismos. No podría definir a cabalidad la gran influencia de de Lión en mi manera de ver y de concebir la escritura y la literatura.

[ESCRIBIR] En mi caso, más allá de una vía fundamental para la expresión, una necesidad de carácter lúdico, un entretenimiento.

[POESÍA] A excepción de la de Bukowski, por mencionar un ejemplo, suelo evitar aquella que tiende a narrar sucesos y a emparentarse con temáticas sociales y/o reivindicativas de manera explícita. Me considero un pobre lector de poesía, tengo que decirlo. Consumo más narrativa. La poesía es algo exquisito de lo que no me gusta saturarme. He ahí mi costumbre de leer y releer a ciertos poetas escogidos (contados) y procurar que mi fascinación no sea efímera, que se prolongue, que permanezca. Una buena dosis me es suficiente. Tanto leída como escrita, creo que la poesía es un hecho revelador y profundo. Llevo casi quince años intentando «profundizar» en ese hecho, tratando de «revelarme»; el «yo» es siempre demasiado complicado.

[LITERATURA] Todo aquello que pervive en los libros y que, independientemente de la duración del momento en que comulgas con ello, no te deja indiferente.

[NOSTALGIA] Por razones que todavía no comprendo, es un sentimiento que empezó a estar presente en mi vida desde la adolescencia. No sólo me afecta mucho el paso del tiempo, la muerte, las despedidas, los viajes, eso de que «nada es para siempre», sino que vivo parcialmente anclado en el pasado. Eso, más mi condición de inmigrante, lejos de mi familia y mis amigos de la infancia, forman el cóctel perfecto para que la nostalgia sea una de las emociones que más aparece en mi día a día. Muchas de las cosas que he escrito, de alguna u otra manera, parten de una situación o estado de nostalgia. Es un motivo recurrente.

[LOS MISMOS] Hablando de literatura, los de la foto. Los que dan por hecho que deben ser reconocidos, los que acaparan los espacios, los que tienen esa facultad y ese beneplácito. Los que cuando no son ellos los de la foto, hacen todo lo posible por estirar el pescuezo, empinarse, pasarle el brazo por la nuca a otro o hacer alguna mueca absurda con tal de salir retratado. Los que creen tener la verdad, los que siempre tienen algo que decir, los auto-elegidos.

[LOS OTROS] Los reacios a adular, los apáticos, los que no necesitan pertenecer, los que ven el mundo detrás de una cortina, los que se sientan en la última fila. Los que no siguen el mismo camino y prefieren ir andando entre el monte, a la mano de Dios, macheteando, haciendo su propia brecha.

[ELITISMO LITERARIO] Mal endémico de aquellos que se vanaglorian de ser los elegidos.

[FOTOGRAFÍA] Como todo voyeur y observador empedernido, siento una gran afición por la fotografía y por las imágenes. Me parece mágico que x o y elemento visual pueda ser capaz de transmitir mucho más, a veces, que las mismas palabras. Ese poder de transmisión siempre me ha parecido inquietante. Entre mis muchas frustraciones personales, está la de no haber nacido con la disposición ni la habilidad de los fotógrafos. Aún así, me atrevo a sacar mi camarita de vez en cuando y hacer como que capturo algo. Amateur, que le dicen.

[EXPLOTARÁS CONMIGO] Si mal no recuerdo, mi primer poema (supongamos que lo era) lo escribí a mediados de 1995, como tarea de la clase de Didáctica del Idioma Español. En los siguientes cuatro años, aproximadamente, llegué a acumular más de quinientos textos (desahogos adolescentes, derroches de emoción pura, sentimentalismo, verborrea incomprensible e influencias más disimuladas). Entrado ya en plena carrera universitaria comencé un proceso de purificación y de restauración de dichos textos, proceso que continuó hasta hace un par años en los que decidí reunir el resultado de tanto filtro en un posible libro, agregando algunos textos sueltos que fui escribiendo durante la marcha y, sobretodo, procurando que guardaran cierta relación entre sí, una especie de leit-motiv. Poemas en los que, con cierto pesimismo, comparto mis preocupaciones personales acerca de la vida, del ser y del estar, y de la muerte. Eso es Explotarás conmigo.

[ESCRITORES] Tantísimos que está demás enumerarlos. Mis lecturas se basan en dos etapas: Guatemala, en la que leí a muchos escritores latinoamericanos; y España: en la que suelo leer más escritores anglosajones y europeos, para equilibrar un poco la balanza. La mayoría narradores y/o novelistas.

[DEPARTAMENTO DE LETRAS] Un punto de partida. Un espacio vital en donde desarrollé el hábito de la lectura, adquirí un sentido más crítico respecto de la literatura, conocí a muy buenos catedráticos y compartí con los que considero mis hermanos: Julio Avendaño, Edgar González, Samara Pellecer, Marco Valerio Reyes y Guillermo Díaz, entre otros, a quienes les debo mucho de lo poco que sé y mucho de lo que soy. Cuando me imagino el nivel de comunicación y de conexión que llegamos a generar en esos años, me siento dichoso y afortunado.

[POETAS] Mi breve y escueto line-up se resume en Vallejo, Cardoza y Aragón, Paz, Panero, Pound, Bukowski, Parra, Girondo, Huidobro, Pizarnik, Rojas, Cortázar, Ruano y Gamoneda. Una mezcla un tanto ecléctica pero efectiva para mis necesidades reflectantes, existenciales y antropológicas. Suelo acudir a ellos en momentos especiales y suelo releerlos porque sé que en cada ocasión me dirán algo distinto.

[SANTILLANA] Una experiencia interesante y enriquecedora (compartí con gente a la que le guardo respeto y cariño) con un final un tanto desconcertante. Sin embargo, el finiquito de nuestro despido (masivo y justificado mediocremente, hay que decirlo) sirvió para sufragar mi viaje a Madrid —allá por Noviembre del 2005— y andar un par de semanas por estas tierras como turista despreocupado. En ese sentido, ocurrió cuando tenía que ocurrir y creo que fue para bien, sin duda.

[PINTORES] Voy al grano, con el impulso del buen fanático: Dalí, Picasso, Tàpies, Varo, Darger, Barceló, El Bosco, Basquiat, Bacon, Balthus, Valdés, Cuevas, Schiele, Ydañez, Beuys, Modigliani. Josué Romero y La Torana, mis respetos.

[MADRID] Acostumbrado a moverme en lugares pequeños y tranquilos (Jocotenango, Antigua Guatemala) y a viajar periódicamente a la ciudad capital por motivos puntuales y a lugares específicos (estudio, trabajo), mudarme a una urbe de las dimensiones y el ajetreo de Madrid supuso un cambio radical para mí. Sin embargo, el carácter cosmopolita de las zonas céntricas madrileñas y lo que percibí como “aires de seguridad y tolerancia” me hicieron recordar a Antigua (a mi versión personal de Antigua, claro). Ello, unido al deseo de cambiar de aires, de ver mundo y a la emoción por conocer una ciudad que siempre me había atraído, facilitó mi adaptación. La oferta cultural de Madrid puede llegar a ser abrumadora: hay tanto para ver, ir, hacer, participar que nunca hay tiempo para todo. Vivir aquí me ha ayudado a formarme y a ampliar mis miras respecto de la escritura, la literatura y el arte. He conocido gente que me ha influido mucho y de la cual he aprendido. Y ahora soy un ciudadano más, es todo.

[JOCOTENANGO] Más que un pueblo, es mi esencia. Hablar de Jocotenango, para mí, es como querer reducir a unas cuantas palabras lo que ocurrió durante veintiocho años. Imposible. Jocotenango ha cambiado. Más allá de lo que pueda significar, para bien o para mal, el pueblo que yo llevo y que, desde mi perspectiva idílica y emocional, me pertenece, no me lo cambia nadie.

[INÉDITO] Hasta la fecha quizás el calificativo que más se adapta a mi persona, con la salvedad, quizás para muchos poco significativa, de mis blogs y de esporádicas publicaciones de en revistas digitales e impresas.

[INFANCIA] Crecí entre árboles, entre caminos de tierra y cercos de chichicaste. Mis juguetes eran chiriviscos simulando rifles, naranjas simulando bombas, pedazos de vasijas simulando oro. Mi casa también fue la calle, las vecindades. Mis primos y vecinos, mis compinches. Mi padre me daba «colazos» en su moto, jugábamos «fut» en la grama del patio antes del almuerzo. Mi madre me llevaba a la capital, en camioneta, y yo vomitaba. Mi madre me consentía y me sentaba a ver caricaturas con mi tazón de Cerelac o mi taza de Incaparina. Mis hermanas me cuidaban y me hacían cariño. Jamás volveré a sentirme tan seguro y protegido bajo ningún concepto.

[ADOLESCENCIA] Rotundamente precoz, en todo el sentido de la palabra y en todas las interpretaciones y/o connotaciones posibles.

[DE GENÉSIS Y ENCIERRO] Es el título de una selección de textos (21) más o menos breves que escribí entre 1999 y 2004, que decidí reunir a manera de libro y que, si la suerte me acompaña, espero sacar a la luz pronto. No sé exactamente si son relatos, cuentos o simplemente escenas narrativas; algo serán, supongo. El hecho de haberlos escrito en una época importante y determinante de mi vida me ha motivado para no abandonarlos y traspapelarlos. Honestamente, es una cuestión más sentimental que literaria. Pero también es una necesidad de cerrar un ciclo, de hacer algo importante con ellos. Tendrán carencias, pero conservan ímpetu (juvenil), versatilidad (despreocupada) y sentimiento, que no es poco.

[EL ELEGIDO] Se trata de una novela corta que escribí no hace mucho y que, valiéndose de testimonios orales de los propios personajes, intenta retratar un fragmento de la vida de Bartolomé López, borracho callejero, arisco y solitario, y de cómo, para su desgracia, un hecho ajeno a su voluntad (el rehusarse a corresponder el amor de una mujer), lo arroja a una vorágine de sucesos en donde queda al descubierto gran parte de las vidas íntimas de los personajes que giran a su alrededor y el lado oscuro de él mismo, como protagonista. Una voz lo elige a él, de ahí el título. Lo veo como una especie de ejercicio del lenguaje y de la oralidad por encima, incluso, de la estética que exige cada texto que se haga llamar literario; una narración, en este caso. Ambientada en el centro de la capital guatemalteca, es una historia cargada de jocosidad, ordinariez, crudeza, picardía y bizarría, salpicada constantemente por la obscenidad y el erotismo popular con el que actúan los personajes. Una historia que subyuga el artificio y su propia estructura (trama) a la espontaneidad de la palabra hablada, a lo coloquial y a la idiosincrasia de las y los guatemaltecos. Una especie de acercamiento al hiperrealismo.

[LIBROS] Más que un objeto-fetiche, un bien necesario e ineludible. Suelo consumirlos con obsesión desde ambas perspectivas, con fines hedonistas y masoquistas. Crecí entre ellos gracias a la bien nutrida biblioteca de mi padre. Aborrezco los best-sellers, a sus autores, a las editoriales que los publican y a sus fórmulas comerciales que logran plagar ciudades enteras y embrutecer masas. Detrás de sus bien construidas y elaboradas historias no hay un sustrato, no hay nada que el autor esté desesperado por decir, no parece haber nada.

[MÚSICA] Aunque me gusta el silencio, prefiero la música, especialmente para escribir, para andar por la calle o cuando voy en transporte público. No sólo me relaja sino que me aísla. Detesto los gritos, el ruido, la bulla, ese contacto auditivo con la ciudad y con la gente. Al igual que con la comida (siempre busco la que esté más sabrosa, mejor condimentada) en la música busco ritmos, letras y melodías que me toquen, que me conmuevan, que me inciten a algo, que me hagan asociarlos a mi estado de ánimo. No me importan las modas y los géneros, lo comercial o no comercial, me importa proveerme de dosis permanentes de armonía.

[PELÍCULAS] Si logra no moverme del sofá ni para ir al baño o que me no quede dormido, una película siempre será bienvenida. Que sea buena, será otra cosa. De todas formas, tiendo más hacia el cine independiente y a las piezas raras con actores/directores poco conocidos que cuentan historias reales y humanas. Al igual que con los libros y el arte en general, siempre busco correspondencias.

[PADRES] Sería de una total insolencia no aceptar que tengo los mejores padres posibles. Me criaron con la sencillez y la inteligencia que los caracteriza, y me dieron toda la libertad e independencia que quise para decidir, prácticamente por mí mismo, lo que quería hacer con mi vida, lo que yo considerara mejor para mí. Su apoyo ha sido incondicional desde que decidí abandonar mis estudios de Química Farmacéutica y cambiarme a Letras hasta la fecha. Puedo despotricar contra la sociedad, contra la humanidad, contra los que me rodean e incluso contra mí mismo, pero creo que nunca tendré las razones suficientes para reprocharles nada. Los amo y me emociona mucho saber que cada año que pasa me parezco más a ellos.

[HERMANOS] Admiro y respeto a mis tres hermanas y a mi hermano simple y sencillamente porque se lo merecen, más allá del cariño y del amor, que son tácitos y sobreentendidos. Los veo y los siento como personas auténticas que luchan por ellos y por sus familias. Lo de mi hermano y su labor social con el proyecto Los Patojos es realmente digno y encomiable, por la energía, el esfuerzo y la gran carga de responsabilidad que, pese a su juventud, lleva con diligencia y perseverancia.

[ELLA] Cristina es la razón principal por la que decidí venir a España. Detrás de mí, es quizás la persona que más me conoce y que más me ha soportado en estado puro, con mi temperamento, con mi salvajismo, con mis complejidades, con mis manías y con mis exigencias. Además, ha sido de las pocas personas que me ha empujado a tomarme en serio la escritura y a disciplinarme: me ha dado tiempo y espacio. No podría convivir con nadie más que no fuera ella. Estamos conectados hasta telepáticamente. En serio.

[COMIDA] Por alguna razón, que lo más seguro es que tenga que ver con la atmósfera familiar y festiva que generan, por las bebidas que los acompañan y por los condimentos, tres son los platillos que, independientemente del día y la hora, no podría negarme: ceviche, churrasco y tacos mexicanos. Por otra parte, soy el fan número de las sopas, de las salsitas, de los chirmolitos y de los recaditos. Me gustan las frutas.

[VIAJAR] Todo desplazamiento de tu lugar de origen y de tu entorno, suele ser beneficioso. El hecho de viajar supone desligarte y abrirte más a lo que te es ajeno. En términos de experiencia vital, viajar es sin duda una de las más fundamentales. Sólo estando fuera, independientemente de la lejanía y del grado de diferencias culturales, se comprende mejor el lugar al que uno pertenece, se visualiza mejor la identidad propia y se aprecian otros detalles de tu país, de tu tierra. Las experiencias de cada viaje (España, Senegal, Venecia, Berlín, Ámsterdam, etc.) y del hecho en sí de viajar, en mi caso, han sido muy importantes como fundamento para todos los proyectos de escritura en los que estoy involucrado.

[AUTORES JÓVENES GUATEMALTECOS] Admiro a muchos, sobre todo a los que se centran a escribir y prescinden de figurar a toda costa. A los que están conscientes de que llegar a escribir bien puede llevar años, años y años. A los que pretenden escribir ya no sólo para Guatemala, sino para el mundo. Son contados, pero tengo la corazonada de que llegarán lejos. A muchos los conozco. Sé que al leer esto sabrán que me estoy refiriendo a ellos. En términos generales, el panorama joven está evolucionando para bien: hay más opciones, más espacios, más movimiento, más quehacer. Si no lo creyera, no invertiría mi tiempo en Te prometo anarquía, por ejemplo, en donde se pueden encontrar propuestas que encajan con lo que estoy comentando.

[BLOGS – WEB 2.0] Con supuestos fines literarios, he logrado mantener con cierta regularidad (por no decir, poca), primero, Cinco kilos de vacío y, actualmente, Epifanía doméstica de la nostalgia pura. Dos espacios en los que he ido publicando textos y alguna que otra foto, más que todo para sondearme un poco, para compartir. El uso de Internet ha sido fundamental para mí, no sólo para dar a conocer parte de las cosas que escribo, sino para generar vínculos con gente que se dedica a escribir o que está involucrada en procesos artísticos, tanto de Guatemala y de España, como de otras partes del mundo.

[RAFAEL ROMERO] Alguien proclive a las adicciones, obsesiones y al aburrimiento.

Foto: Cortesía Rafael Romero.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Uli Stelzner y la isla del horror

El próximo 14 y 15 de mayo se presentará en el Centro Cultural de Mazatenango, el documental “La Isla” del realizador Uli Stelzner, un largometraje que trata sobre el descubrimiento accidental de millones de documentos en el archivo de la policía nacional, cuerpo que tuvo a su cargo miles de desapariciones durante la guerra interna en Guatemala.

La actividad se realizará gracias a la gestión del grupo de teatro "Carlos García Vivar" y de la administración del Centro Cultural de Mazatenango.

Adrián Donis, administrador del lugar, considera que es necesario realizar este tipo de eventos porque "es un aspecto histórico como documento de la historia, como momento crítico y marco referencial para la juventud".

De acuerdo con la información, en 2005, tras una violenta explosión en la ciudad capital, se descubre accidentalmente el archivo secreto de la policía nacional; en el complejo de la actual academia de policía se ubicaba antes “La Isla”, una cárcel secreta de los temidos comandos de la policía, y así aparecen 80 millones de documentos que podrían esclarecer miles de crímenes.

David Cetino, director del grupo teatral, admite que es un segmento importante para la validez histórica, porque se obtienen pruebas para poder identificar a los desaparecidos.

El filme se proyectará los dos días a las 19:00 horas, de forma gratuita. Además, se estarán vendiendo DVD's con un costo de Q.50.ºº

Fotografía: www.laislaguatemala.com

Oxlajuj Kiej, cuna de músicos

¿Cuántos capturados?, ¿torturados?, ¿gritos desesperados?, ¿maldad?, me pregunto esto cuando entro al viejo “Cuartelón” como aun se le conoce, aquel edificio que fue color verde, lavado por la lluvia de tantos años, sitiado hasta hace poco por la presencia de militares sin nada para hacer, esa vieja cicatriz de la memoria repellada por el sonido de las delirantes campanas de la catedral, vieja testigo de una explosión; imagino cómo fueron aquellos años grises del conflicto armado, hasta ser interrumpido por el sonido de un piano al fondo de un salón, opacado por el sonido de la lluvia.

Sin embargo lo que fue un viejo museo militar donde se exhibían medallas, uniformes y armas, ahora es el nuevo Centro Cultural de Mazatenango, donde se están formando nuevos artistas, espacio donde se ve a niños, jóvenes y adultos recibir clases de música, en el Conservatorio Regional de Música “Oxlajuj Kiej”.

Creación

Bajo el acuerdo ministerial 236-2007 del Ministerio de Cultura y Deportes (MCD), queda registrado el nacimiento del Conservatorio Regional de Suchitepéquez, pero su funcionamiento empezó en el año 2008, por la necesidad de convocar a catedráticos y el tiempo que este proceso llevaría. Pero “el Conser” como le dicen de cariño los estudiantes, no funcionó en el “Cuartelón” hasta este año.

El edificio estaba siendo remodelado, y la entrega fue programada para el mes de abril del año pasado, pero la reestructuración de éste terminó hasta noviembre, mes que el Ministro de Cultura y Deportes acudió a la inauguración, presenciando el avance de los alumnos en el aspecto coral, quienes interpretaron canciones guatemaltecas, y que hasta esa fecha recibieron sus clases en la Escuela Oficial Urbana para Varones “Mariano Gálvez.”

Desde lejos

Por alguna razón desconocida, la convocatoria del MCD en busca de catedráticos para dar vida al Conservatorio, no fue tomada por maestros de formación musical de Mazatenango. “No sé cual fue la respuesta de los maestros de aquí del sector”, dice Jenner Cifuentes, catedrático de solfa y director del plantel educativo. “La convocatoria para que estuviéramos aquí, fue una referencia del establecimiento donde nos graduamos, se hizo la propuesta en formación artística, y luego nos llamaron”, vuelve a comentar.

Pero Jenner, junto a otros dos catedráticos deben viajar a diario para cumplir con su trabajo, porque no son originarios del departamento de Suchitepéquez. “Dos venimos de Coatepeque y otro de Retalhuleu”, reitera.

Venir desde lejos durante dos años ha sido una tarea difícil por el ajetreo diario y el desgaste físico que implica el viaje, además los viáticos corren por cuenta de ellos. Entonces Jenner esboza una sonrisa, “pero es satisfactorio, vale mucho la pena, porque uno hace lo que le gusta. Además se ayuda a los jóvenes que aquí estudian, para que sean buenos músicos, buenos artistas para la cultura de Mazatenango”. También está de acuerdo William Rabanales, maestro de guitarra, “es cansado viajar, pero me gusta mucho el trabajo acá, y se olvidan todas estas cuestiones. Los que aquí trabajamos tenemos un amor por lo que hacemos, nos gusta mucho la música”.

Incluso los estudiantes están de acuerdo; saben del esfuerzo y la labor de sus catedráticos. Ellos consideran la actividad docente desempeñada hasta ahora, fundamental para su desarrollo artístico. Asimismo están conscientes que como alumnos deben poner más de su parte, pues los catedráticos a veces no logran llegar a impartir clases, no porque no quieran, sino por los bloqueos en las carreteras debido a las diferentes manifestaciones que surgen.

Lesly Gabriel, Marvin Reanda y Jonathan Cahuex coinciden, “debemos ponerle más ganas todavía porque ellos (los maestros) vienen de lejos, debemos comprender eso: el esfuerzo que hacen por venir, a pesar de la gran distancia, para que tengamos una buena formación artística”.

Dentro de las intenciones de los catedráticos se encuentran “seguir adelante, trabajar arduamente, y cubrir las necesidades culturales de este municipio”, sentencia Jenner, en relación al compromiso adquirido por ellos, como maestros del Conservatorio.

Falta una cuerda

Además de las circunstancias del desplazamiento de los catedráticos, también se han visto en la necesidad de adecuar sus métodos de enseñanza con los pocos recursos mobiliarios con los que cuenta la casa de estudios, afectando así la enseñanza, el aprendizaje y las habilidades de los alumnos.

En actualidad sólo tienen un piano, guitarras a las cuales les hacen falta cuerdas, violines inservibles para el aprendizaje por su mala calidad. Estos instrumentos fueron proporcionados por el MCD, que también ha ofrecido equipar el Conservatorio con más mobiliario y equipo; para Jenner es preocupante porque hasta ahora no han recibido mucho. Esto merma con el esfuerzo de los alumnos, quienes demuestran su interés llevando sus propios instrumentos musicales, acto que les ha ayudado a subsistir, pero también ha sido una limitante muy fuerte no tener los recursos necesarios, para desempeñar su labor.

Esto afecta la calidad educativa, “¿De qué sirve tener un piano si tenemos veinte pianistas?, no es lo mismo que un alumno de piano clásico esté tocando con un teclado, porque no es la misma técnica por la diferencia del peso de las teclas, por la postura…”, dice Jenner demostrando un poco de preocupación. Y Lesly lo confirma, “afecta en la rotación de los dedos… por el peso de las teclas”.

En el caso de las guitarras, sólo cuatro tienen el juego completo de cuerdas, sin embargo también se necesitan otros elementos para poder ejecutar la técnica, según comenta Marvin, en vez de mesas necesitan atriles y escabeles, para poder mantener la postura que requiere la ejecución de la guitarra clásica.

“Si desde el principio hubiésemos tenido un pizarrón, algunos temas los explicaría con más detalle”, dice William, recalcando la importancia de todo este material para el desarrollo didáctico.

– ¿Reciben ayuda y recursos económicos del Ministerio de Cultura y Deportes? – le pregunto a Jenner.

– A través de la Dirección de las Artes y la Dirección de Formación Artística, del Ministerio de Cultura y Deportes, se sostienen los salarios de las personas que laboramos aquí. Sin embargo no hay un subsidio para el Conservatorio, pero hay cuotas de inscripción y mensualidad en algunos casos, para auto-sostenerse.

Se viene la orquesta

Al hablar con Jenner y William sobre los planes a futuro del conservatorio es notorio, se les ilumina el rostro, luego viene como una palabra mágica: “la orquesta”.

En Suchitepéquez no existe una orquesta bien formada, sin embargo para ello, necesitan todas las familias de instrumentos porque no será una simple orquesta, no; es una orquesta sinfónica la que se desea crear. Además, ya están preparados: se contratarán otros dos catedráticos que ayudaran a fortalecer aun más las clases porque el siguiente año reciben a la tercera promoción de estudiantes de Bachillerato en Arte con Especialización en Música.

No esconden su fascinación por crear no sólo una orquesta sinfónica, sino un cuartero de cuerdas, un cuarteto de vientos, un quinteto, un sexteto o una banda de Jazz, “mejor si son seis”, dice Jenner, mientras sonríe.

En tanto, William cree que tanto maestros como los alumnos de las primeras tres generaciones tienen un compromiso con la cultura del municipio. “La meta es que sean buenos instrumentistas, para el bien del país”, concluye.

Tiene razón. Ahora que dejó de llover, se escucha con más claridad el piano, mientras en otro salón se escucha una de las guitarras y en otro salón se escucha un violín. Los jóvenes están practicando sus lecciones. Ese viejo ex cuartel militar, al cual no se podía subir al segundo nivel, donde ahora están las aulas, tiene otro color… y ahora un calor musical.

El profesor William tiene razón: la música hace que se olviden todas estas cuestiones.

Crónica de un homenaje a Jorge Sarmientos


"Mi patria es el mundo, y mis hermanos la humanidad"
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Ciudad de Guatemala, 6:30 p.m., luces amarillas maquillan los grises edificios del Centro Histórico. Los semáforos guiñan a los automovilistas diferentes colores para progresar o detener su recorrido. Transeúntes nocturnos empiezan a surgir entre las calles que cada vez se ven más antiguas y lejanas, éstas a la vez atrapan el sinfín de historias que la mayoría quieren conocer.

Amarillo y negro son los colores que fermentan la noche. Sombras largas y difusas siguen a la gente. Frío. Verticalidad en el tiempo. Calles enajenadas. Sin embargo en la 3ª avenida 4-61 de la zona 1 todo es diferente: policías en las afueras del Conservatorio Nacional de Música «German Alcántara», hasta cierto punto dan un respiro de confianza y tranquilidad.

Del otro lado de la calle, en la esquina del parque, una carreta de tacos donde algunas personas erradican su hambre, es ajena al asunto. Hay poca gente. Diez policías. Dos patrullas. Tres motos…, desde la puerta se escucha un violín desafinado que después de unos segundos suena con una nueva voz. Al caminar unos cuantos metros los bustos de Beethoven y Bach dan la bienvenida. Más pasos. Iconos prohíben el uso de celulares y el consumo de comida. Todo está listo. En la puerta del auditorio entregan el programa del concierto. «Buenas noches, sean bienvenidos», dice amablemente una señora. El concierto está establecido para las 7:00 p.m. Se pregunta si ya es hora de inicio. «Sí, pasen adelante, ahorita comenzamos…»

Otros espectadores

Dentro del auditorio a medio llenar, las voces de los espectadores adornan el ambiente, mientras acomodados sobre las butacas rojas esperan con paciencia el inicio del concierto. Pero los otros espectadores están plasmados en la pared sin decir nada, día y noche están ahí viendo el escenario lleno o vacío. Esos personajes pintados sobre la pared poseen una personalidad propia. La dama de rostro celeste y pelo blanco observa callada con desconcierto hacia el escenario, que en realidad parece un rostro sonriendo gracias a la marimba en relieve,encontrándose ésta al centro, también sobre la pared. El señor de barba con girasoles en la bolsa del saco y su sombrero verde-amarillo está atento, mientras otra señora intrigada por lo que ve y escucha, logra encontrar después de un momento el sentido abstracto en la pieza ejecutada, se nota en su mirar. Otra fémina de procedencia asiática se encuentra discretamente a cierta distancia de Descartes.

Líneas con un sello propio hacen pensar en uno de los más grandes artistas de la plástica nacional aún vivo. ¿Será posible?, un chico sentado a dos butacas elimina la duda: ¿Efraín Recinos tuvo algo que ver? En efecto, el chico que es estudiante del Conservatorio, confirma con cierta arrogancia: «Sí fue Efraín Recinos quien hizo los murales de este auditorio, también el del Banguat, y diseñó el Centro Cultural ‘Miguel Ángel Asturias’». Se le agradece el dato, pero ¿sabrá que González Goyri fue quien esculpió ese mural del lado poniente del Banco de Guatemala y no Recinos?

Interludio [1]

Palabras alusivas al acto quiebran el bullicio entre la multitud. Agradecimientos y reconocimientos son parte del protocolo. Después, el Maestro Jorge Sarmientos sube al escenario en donde sus palabras más notorias adquieren la fuerza de un aforismo: «Los homenajes deben hacerse en vida…», tiene razón. El Maestro Sarmientos da las gracias y pregona acerca de los motivos de una de las piezas a ejecutar. Una cámara fotográfica hace su trabajo. El Maestro Sarmientos ha terminado de hablar. Abrazos y aplausos. Todos están pacientes. El espectáculo comienza.

Trance [1]

Concierto para dos violines y orquesta de cámara es uno de los 228 compuestos por Vivaldi. Mónica Sarmientos y Álvaro Reyes son los solistas, detrás de ellos los jóvenes que conforman la orquesta no pasarán de veinticinco años. Seis violines, tres violas, tres violonchelos, un contrabajo y un escenario, no puede pedirse más… De pronto la música suena, a través de ella Vivaldi se hace presente, es como si hablara, habla de hecho, pero en forma de semicorcheas, negras, blancas, pasa de allegro a moderato y así, sobre un pentagrama en clave de Sol y clave de Fa dice algo que no comprendemos. Pero la música no se hace para comprenderse, sino para sentirse. Los estados de percepción se purifican, centran la atención en los movimientos del arco y del violín en sí. Es un contacto directo entre el músico, los espectadores y Vivaldi. Un teléfono celular suena a media composición, e interrumpen el trance, unas cuantas cabezas se mueven de un lado a otro en forma negativa. De nuevo el trance. Música aislante del espíritu lo envuelve entre las notas llevándolo hasta los estratosféricos rincones del ambiente, la marimba sonríe sabiendo que es una testigo de todo lo sucedido hasta el momento. Rebotan sobre los murales las sincopas… finaliza la melodía. Los aplausos ensordecen esparciéndose gracias al eco. Jorge Sarmientos se levanta directamente a abrazar a los músicos, hay euforia, alegría. Apenas es el principio.

Trance [2]

Alma Rosa Gaitán, pianista. Álvaro Reyes, violinista. Alfredo Mazariegos, violonchelista. Cada uno de ellos toma su instrumento para ejecutar una de las piezas clave de la noche: Luna de Xelajú. Y es que las composiciones del Maestro Sarmientos tienden a ser dramáticas. Los sonidos por momentos carecen de armonía, pero después de cierto tiempo, las notas escritas sobre los pentagramas tienden a unirse para darle un sentido melodioso a la composición. Cada quien se aleja de su asiento. Nadie se mueve. Todos atentos ven y escuchan las ejecuciones que a través del violín, el piano y el violonchelo seducen la atención apartando a todo el público hacia un estado de individualidad suprema, porque a cada nota todo cambia, es igual que escuchar los Punteos de Leo Brouwer. No se siente avanzar el tiempo. De nuevo los sonidos se dispersan, se separan, alborotando los sentidos. Corcheas y semicorcheas como luciérnagas volando entre el auditorio. Todo está tranquilo. Es como ser un astronauta, se está en otro mundo. Luna de Xelajú…, es lo que dice el violonchelo, luego es el turno del piano, después el violín. Otro movimiento brusco y dramático corta la melodía, mientras los espectadores comienzan a aplaudir.

Interludio [2]

Separarse de los asientos es un acto que devuelve a la realidad a todas las personas reunidas dentro del auditorio. La gente, en su mayor parte, sale a degustar una taza de café que ofrecen gratuitamente en la entrada del Conservatorio. Las voces de los pocos que quedaron dentro se escuchan de nuevo. Algunos aprovechan a saludar al Maestro Jorge Sarmientos, incluyéndonos. Detrás, en el escenario, mueven el pesado piano de cola para dejar espacio a otros músicos que intervendrán en la nueva pieza a ejecutar, también escrita por el Maestro Sarmientos. Pero hay dudas, acerca de Luna de Xelajú y otras cuestiones, dudas que él mismo responde en la siguiente entrevista.

¿Cómo nació esta inspiración?

En 1986 la unidad de folclor de la OEA (Organización de Estados Americanos) me comisionó esta obra para conmemorar el bicentenario del nacimiento del gran compositor brasilero Héctor Villalobos, pero la recomendación de la Comisión decía que debía ser de un tema popular guatemalteco.

¿Por ello escogió Luna de Xelajú?

Tuve que tomarla porque pensé en rendir un homenaje a Paco Pérez, aunque hay duda que sea de él la música, se cree que la letra sí, pero no la música, dicen que es de un bohemio o sea un guitarrista, pero como dije al principio eso se lo dejo a los investigadores. El caso es que tomé Luna de Xelajú como tema.

Entonces dispuso componer un trío…

Este trío, se llama trío popular con tema de la Luna de Xelajú, homenaje a Paco Pérez. Esto es una obra desarrollada y ensamblada técnicamente para violín, violonchelo y piano. Se ha tocado precisamente en Washington en 1987, en México en el 2000. Aquí la han tocado varias veces y esta última vez en mi homenaje, lo cual estoy muy satisfecho porque estos muchachos fueron alumnos míos en aquel tiempo y entonces no puedo esconder mi emoción y alegría de estar aquí con mi esposa, mis hijos, nietos y amigos, en familia.

Este es un homenaje en su honor, una persona nacida en San Antonio Suchitepéquez, cómo se siente al pensar que dejó allí recuerdos, puesto que ahora vive acá en la Ciudad Capital.

Allá siguen mis hermanos, murieron cuatro y cuatro seguimos vivos. También hay una serie de sobrinos; muchos amigos viejos, y muchos otros ya han muerto. Voy muy poco por allá, desde que murieron mis padres voy muy poco, pero a esta altura a los 78 años manejar hasta allá es duro. De repente me animo, porque no me olvido mi terruño (San Antonio, Suchitepéquez) y de Mazatenango, tengo un buen recuerdo porque en marzo me hicieron un gran homenaje en el Centro Universitario de Sur Occidente (Cunsuroc/Usac), el alcalde me nombró Hijo Predilecto de Mazatenango, y el gobernador también me hizo un homenaje, en fin, tengo allí los pergaminos y estoy ligado a mi tierra y a mi pueblo, a Guatemala, a mi América Latina, que como dijo el Che Guevara, es la patria grande, y al mundo. Mi patria es el mundo y mis hermanos la humanidad.

¿Qué consejo le da a las nuevas generaciones a fin que la música se siga difundiendo, mayormente el género clásico?


Es muy, pero muy importante estudiar. Hay que dedicarse a ello y darle énfasis… Qué lástima que el gobierno, el Ministerio (de Cultura y Deportes) hace muchos, muchos años, no hacen nada por la música guatemalteca, entonces no hay estímulos para nuestros grupos: la orquesta sinfónica nacional, el ballet, el teatro, etc. Yo les he llamado la atención, desde el presidente hasta el ministro de cultura y deportes, y a todas las autoridades, para que apoyen el arte, porque el arte es la identificación de todos los pueblos, sólo con el arte se puede desarrollar realmente una civilización, el arte los dignifica. Es decir que a través de los medios de comunicación debe difundirse más cultura para que Guatemala se dé a conocer en serio.

Trance [3]

Silencio, porque la marimba suena. Fernando Isabel Vásquez es el responsable. Silencio, porque detrás de ella, Martín Corletto ejecuta los bongoes. Otra vez, ellos, inducen a viajar encima de cada una de las notas. Demasiado curioso el nombre de la composición: Neevoisa. El sonido de un gong llama la atención, es Raúl de León, también a cargo de las congas, el xilófono y otros instrumentos. La voz de Gustavo Bárcenas encuentra el profundo sonido del bombo de Gabriela Corletto. Ambas fusiones instrumentales y vocales vuelven a marcar el dramatismo característico en las obras del Maestro Sarmientos. Entonces se forma esa inquietud por saber el próximo movimiento de cada uno de los músicos. Tan curioso es cuando uno de ellos frota con el arco de un violonchelo el platillo para producir un sonido que bien podría causar una fobia.

…Y sí, la verdadera música es un encierro enriquecedor que incluye el abismo de la locura. ¿Será que los músicos lo sienten?, ¿Sabrán ellos lo que es ser capturado por ese sinfín de sensaciones? ¿Serán conscientes por hacernos atravesar por tan delicioso martirio?, tantas cavilaciones y elucubraciones para encontrar una respuesta. Cuando eso pasa, ellos, los músicos, han terminado de tocar. Están al frente recibiendo los aplausos de todos los que devoraron toda la sincopa que amable y humildemente ellos brindaron.

Fin

El auditorio se vacía rápidamente. Al maestro Jorge Sarmientos personas llegan a felicitarlo. Varios de los músicos participantes caminan entre la multitud. A ellos nadie los saluda. Aún hay café en la salida. Los espectadores de Efraín Recinos se quedan viendo el escenario desocupado. Afuera el frío espera. Afuera casi todo es amarillo y negro. De nuevo las sombras, la carreta de tacos, los policías, un violín que suena. Por las avenidas deterioradas del Centro Histórico, el rostro de los desaparecidos sobre una pared. La Catedral tan solitaria, durmiendo entre tanta historia. La sexta avenida y el recuerdo de alguien sobre las paredes carcomidas por el cansancio. Ahora la música es ese gruñido orquestal de motores de carros y buses, pero queda el deleite de haber escuchado las voces de los instrumentos, mientras la ciudad duerme sin saber qué fue lo sucedido.

Perfil

- Jorge Sarmientos, nació en San Antonio Suchitepéquez, Guatemala en 1931.

- Estudió en el Conservatorio Nacional «German Alcántara», en donde obtuvo el título de Maestro especializado en piano, composición y dirección de orquesta.

- Fue Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala de 1972 a 1991.

- En mayo de 1999, organizó el X Foro de Compositores del Caribe, con la presencia de 23 compositores de: México, El Salvador, Costa Rica, Panamá Colombia, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Chile como invitado especial.

- Entre los muchos premios a que se ha hecho acreedor Jorge Sarmientos, destacan la Orden del Quetzal, once distinciones en el Certamen Permanente Centroamericano «15 de septiembre» y las Palmas Académicas de Francia.

- Desde su inicio en 2002, es Miembro de Número del Colegio de Compositores Latinoamericanos de Música de Arte.

martes, 13 de abril de 2010